“Valdemingómez sólo recicla el 11% de la basura” ese era el contundente titular de la edición local de El Mundo hace una semana. Un madrileño medio sabe que Valdemingómez es el vertedero de Madrid aunque ahora se le llame Parque Tecnológico. Un madrileño medio cree que toda la basura de la región llega hasta allí y según si la basura viene del contenedor amarillo o del gris, o del de vidrio, o del de papel, se procede a su reciclaje, recuperación, separación, vertido o incineración según proceda. Un madrileño medio ha oído la leyenda urbana que dice que todo eso es mentira, que el camión que pasa a recoger la basura acaba mezclándola toda y llevándola al vertedero, como antes (leyenda que pierde todo misterio con una visita guiada a la planta y a su centro de visitantes). Dependiendo de la credulidad de este madrileño medio, procederá a preocuparse por separar en su casa los envases, (un 60%), o no hacerlo (un 40%). El titular aparecido en el Mundo alimenta la leyenda urbana ¿Para qué vamos a tener dos cubos en la cocina? ¿Para qué preocuparnos por saber qué va en el cubo amarillo y qué no… si al final sólo el 11% se va a recuperar?
Primero porque es una obligación. Y no hablo de conciencia ecológica, ni altruismo o buenas prácticas. Si al Ayuntamiento le sale bien la jugada, a partir de enero de 2009 se multará hasta con 750 euros a aquellos que no separen los residuos en casa. Y sí, habrá gente que se dedique a revisarlo.
Tras un asterisco detrás de los datos, en letra pequeña, el artículo afirmaba que ni el papel, ni el cartón ni el vidrio, los residuos con más facilidad para el reciclaje, llegan a Valdemingómez. No lo especificaba, pero evidentemente dentro de ese 100% que llega, están también todos los restos del contendor gris. Un 19% de la basura se incinera para aprovechar su energía, un 11,3% se recicla y el resto va al vertedero. No son los mejores datos posibles, ni deseables. Son criticables y muy mejorables pero son los que hay.
El titular de El Mundo dirige al lector a pensar en inutilidad del reciclaje, a la insumisión y al desprecio por el servicio de gestión de basuras haciendo un flaco favor al lector y a la ciudad que pretende informar. Los medios deberían ser más conscientes del poder de sus mensajes. Eganchar a un lector no es excusa para llevarle a ideas erróneas. Tienen una gran responsabilidad y deben informar con rigor mostrando todas las facetas posibles de la realidad que muestran. A lo mejor, cambiando ese “sólo” por un “ya”, un vecino más hubiese separado su basura en casa y contribuido a aumentar ese porcentaje.
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