martes, 15 de abril de 2008

De la CIMA al MIMARYM


Casi 40 años han pasado desde que el medio ambiente irrumpió (es un decir) en la Administración española, en la forma de una Comisión Interministerial para el Medio Ambiente (CIMA), de larga carrera y apreciable ejecutoria. Era el año 1972, cuando el franquismo terminal desconcertaba al personal publicando fotos del ministro Laureano López Rodó recorriendo las calles de Estocolmo montado en una bicicleta.

Siguieron sucesivas ampliaciones del medio ambiente ya desde dentro del aparato administrativo, rama Obras Públicas, en la forma de sucesivas Direcciones Generales y Secretarías Generales, hasta que se llegó al monstruo llamado MOPTMA (Ministerio de Obras Públicas, Transporte y Medio Ambiente). En aquellos inocentes tiempos, el medio ambiente era cosa de “los de la cuarta planta”, un reducto simpático pero poco importante insertado en el enorme edificio de los Nuevos Ministerios ocupado por el ministerio dedicado al cemento y las carreteras.

La cosa no paró ahí. En 1996 el medio ambiente se independizó plenamente en la forma de un Ministerio, suprema aspiración de todo problema del país, que aspira a uno propio como todos aspiramos a tener casa propia. Tuvo una plácida existencia durante los años de gobierno del Partido Popular, dedicado a cosas no muy molestas políticamente, como los espacios naturales protegidos y las especies amenazadas.

Añadiéndole la gestión del agua, aquello empezó a parecer cada vez más serio. En los últimos cuatro años resultó ser un ministerio polémico, enzarzado en trifulcas continuas con agricultores, constructores, cazadores, constructores de hoteles demasiado cerca de la playa, etc.

Por fin, una hábil jugada gubernamental ha fundido en uno los antiguos ministerios de medio ambiente y agricultura, bajo el nombre de Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino (para el que se propone el acrónimo MIMARYM, corto y fácil de pronunciar). No se engañen con este monstruo ministerial: va a mandar ni más ni menos que en las dos cuestiones candentes de este comienzo de siglo: el agua y la energía (es decir, si la atmósfera nos va a permitir o no seguir quemando carbón, petróleo y uranio). El MIMARYM va a dar mucho que hablar, no en vano es el ministerio (sin desmerecer a los restantes) de la Dura Realidad.

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