lunes, 21 de enero de 2008
El fin de los coches que hemos conocido
Las autoridades convocan anualmente un Día Mundial sin Coches, otorgando la misma categoría perniciosa al automóvil que tienen las drogas o la explotación infantil. “¿Te imaginas un mundo sin coches?”– dice el anuncio del Día Mundial sin Coches al tiempo que sugiere “Súbete al transporte público”.
Pues, francamente, resulta difícil imaginar un mundo sin coches. Sólo en España circulan unos veinte millones de vehículos privados, que recorren cada año una media de 10.000 kilómetros. El coche es un problema muy grave de salud pública, causante de miles de muertes seguras y de decenas de miles de muertes probables al año, sólo en España.
Cualquiera diría que un villano tal sería ilegal, o al menos que su publicidad, venta y consumo estaría severamente regulada, como es el caso del tabaco y el alcohol. No hay tal. No tenemos más que abrir un periódico o encender el televisor para poder deleitarnos con docenas de anuncios de automóviles, que intentan vendernos el producto recurriendo a una extraña mezcla entre la metafísica y los elevalunas eléctricos.
Todo esto no es más que el canto del cisne de un artefacto que tuvo su edad de oro, pero que se ha convertido en un engorro de grandes proporciones; está a punto de empezar a causar más inconvenientes que las ventajas que ofrece.
¿Qué podemos hacer? Los fabricantes insisten en que han reducido el consumo por kilómetro recorrido, y por ende la contaminación emitida. Pero todo esto tiene un límite. Sencillamente, el coche de motor de explosión, alimentado por combustibles petrolíferos, inventado a finales del siglo XIX, no tiene nada que hacer en el siglo XXI. ¿Está de acuerdo con subirse al transporte público y dejar el privado? o ¿está dispuesto a invertir más dinero en la compra de un coche tecnológicamente menos contaminante?
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Pues aunque suene muy bien eso de abandonar el coche y sumarse al transporte público o a la bicicleta, la realidad es que muchas (millones) que necesitan un transporte más independiente que el público y menos extenuante que la bicicleta. Por más que queramos, nuestro mundo trasnformando en función de unas disponibilidades como son la energía eléctrica, el teléfono y el vehículo privado, y esto no tiene vuelta atrás. Para volver atrás necesitaríamos vivir de la tierra (para la cantidad de población actual es imposible), vivir junto a nuestros medios de vida y no necesitar desplazarnos diariamente más de 2 o 3 km (sin carga). La búsqueda de la seguridad nos ha llevado a separar los centros industriales de los residenciales, y la comodidad a llevado a concentrar el comercio en zonas urbanas centricas o en centros comerciales, así como los centros de oficinas y gestion.
ResponderEliminarEl camino no es ir hacia atrás, sino eliminar los fallos y continuar hacia adelante. El progreso, como cualquier actividad humana, sigue el camino del mínimo esfuerzo y máxima comodidad. Hay que hacer un esfuerzo para que nuestra tecnología sea mejor, aunque sirva para los mismo (coches más avanzados que no contamien pero nos transporten igual que los de hoy, mejores redes de comunicación...)