lunes, 30 de enero de 2012

Dejen aselar a las gallinas


Una reciente noticia que ha pasado como leve brizna de información en el vendaval de la recesión -y el sagrado 4,4% de déficit- nos recuerda que no todo es economía y finanzas, que hay cosas más importantes, como la compasión y el buen trato a los animales. En 1999, la Comisión Europea decidió establecer nuevas normas para la cría de animales. En concreto, las gallinas ponedoras deben tener el espacio suficiente para “anidar, escarbar y aselar”.

Aselar.
Dicho de las gallinas o de otros animales: Acomodarse para dormir, normalmente en un lugar alto. (http://buscon.rae.es).

Las nuevas normas debían entrar en vigor el 1 de enero de 2012. Por desgracia, Bélgica, Bulgaria, Grecia, España, Francia, Italia, Chipre, Letonia, Hungría, Países Bajos, Polonia, Portugal y Rumanía no han hecho mucho caso. En esos países, buena parte de las gallinas continúan hacinadas en jaulas que no les permiten moverse más que para subir y baja la cabeza del comedero. De aselar ni hablamos.

El documento “Guía de buenas prácticas de manejo y bienestar animal en granjas avícolas de puesta”, que se puede descargar en la web de la Asociación Española de Productores de Huevos (ASEPRHU), describe con detalle las “jaulas acondicionadas” que exige la ley europea, y reconoce que las no acondicionadas son ilegales a partir del 1 de enero de este año. No se dice que porcentaje de la producción ya ha reformado sus instalaciones, ni cuanto cuesta reformarlas. El bienestar animal cuesta dinero, que habría que trasladar a los consumidores subiendo el precio de los huevos. Un verdadero anatema.

La tecnología avícola es una rama poco conocida de la tecnología industrial, que ha conseguido logros impresionantes, como triplicar la producción de huevos por gallina en 50 años. Otras técnicas muy sofisticadas mejoran la asimilación de fósforo por el animal, reduciendo así el gasto en comida para los animales. También se está trabajando mucho en la reducción del impacto ambiental industrial, especialmente en materia de residuos, de las grandes instalaciones de cría de gallinas. Los avicultores industriales critican que la palabra “sostenibilidad”, se aplique a las pequeñas granjas ecológicas y no a las grandes instalaciones. Insisten en que ellos proporcionan alimentos seguros a un precio bajo, accesible para todo el mundo.

Eso es verdad, pero es parte de un problema más general. Ahora mismo, el sector de la alimentación en España se está separando en dos mundos dispares: un gran mundo industrial, muy tecnificado, capaz de producir montañas de comida barata, y un pequeño mundo ecológico y local, que produce un pequeño porcentaje de los alimentos a un coste muy alto y a unos precios igualmente elevados.

Como los huevos ecológicos, los clase 0, que cuestan por lo menos el doble que los de clase 3 (criados en jaulas). Desde el punto de vista de la ciencia de la nutrición actual, que sólo considera el contenido en nutrientes, son indistinguibles. ¿Quién pagaría el doble por unos huevos ecológicos entonces? Evidentemente, alguien que no esté atrapado entre un sueldo bajo y una hipoteca alta. Consideramos lógico dedicar un 60% de nuestro sueldo a la extorsión inmobiliaria-financiera, pero la comida nos parece carísima. Y lo cierto es que la comida de calidad es cara (no así obtener “nutrientes” en cantidad). Tal vez sería más lógico pagar más por una comida mejor y pagar mucho menos por alimentar la burbuja del ladrillo.

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