jueves, 1 de octubre de 2009

Plástico incandescente en el ecosistema doméstico


Un momento histórico se vivió hace unos días cuando coincidieron en las portadas de los periódicos dos noticias: el fin legal de las lámparas incandescentes de 100 vatios y el fin comercial de las bolsas de plástico desechables en Carrefour, que equivale desde el punto de vista mediático a la publicación en el BOE de un decreto prohibiéndolas.

En efecto, después de tantos años de intentar convencer a la población, con la murga de que las bombillas de bajo consumo gastan cinco veces menos electricidad y duran diez veces más, algún lumbreras pensó que prohibir las poco eficientes lámparas de incandescencia era más sencillo y conseguiría mejores resultados. Y algo parecido ocurre con las bolsas de plástico. En vez de insistir en que los millones de bolsas de plástico desechables acaban ensuciando nuestro paisaje, alguien dijo, “bueno, dejemos de repartirlas gratis”.

Si establecemos la categoría legal de “artículo dañino para el medio ambiente” y prohibimos su venta y fabricación, los días están contados para una amplia gama de artículos, que van desde el coche de motor de explosión a los filetes de ternera industrial, pasando por el césped de estilo inglés y los pañales desechables. Las alternativas obligatorias serán los coches eléctricos, las legumbres, los jardincillos de plantas aromáticas y los pañales reutilizables, que son los que usaban nuestras abuelas.

El problema es que existe una cosa llamada ecosistema doméstico. Podemos prohibir lo que nos de la gana, pero antes tenemos que tener las alternativas bien organizadas: es fácil cambiar una lámpara de incandescencia por otra de bajo consumo, pero no lo es rechazar una bolsa de plástico si no tenemos una reutilizable a mano. Tampoco es fácil instalar una red de recarga o reposición de baterías de coches eléctricos, o cambiar la cultura culinaria que asimila el consumo de ochenta kilos de carne al año con el bienestar. Sí parece fácil dejar de regar el césped, pero lo de los pañales reutilizables necesita de un tiempo extra que la gente por lo general no tiene.

Deberíamos tener en cuenta las restricciones que impone el ecosistema doméstico. La sostenibilidad basada únicamente en la buena voluntad de los ciudadanos debe dejar paso a la sostenibilidad basada en la buena voluntad de los ciudadanos acompañada de medidas tecnológicas, logísticas, económicas, legales, culturales y, sobre todo, basadas en el sentido común y en la vida real de las personas de carne y hueso.

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