viernes, 20 de junio de 2008

Información electrizante





Millones de usuarios domésticos de la electricidad nos hemos llevado hoy una sorpresa: el fluido eléctrico que llega a a nuestras casas tiene una etiqueta exactamente igual que la que llevan las lavadoras y los frogoríficos, con siete clases de calidad, desde la A (verde intenso) a la G (rojo subido).

Esta información figura en la parte de atrás de la factura. Vale la pena que le dedique unos minutos: aquí podemos enterarnos, de una vez por todas y de manera oficial, de la calidad de nuestro suministro eléctrico.

¿Compraría usted un frigorífico clase D? Seguramente que no, habiéndolos mucho más eficientes y no mucho más caros de clase A. Pues esa letra, la amarilla D, justo a medio camino entre la verde A y la roja G, es la que define al suministro eléctrico que se distribuye en España, tanto para la emisión de CO2 como para la producción de residuos nucleares de alta actividad.

Y es que la etiqueta eléctrica es doble: una para la emisión de gases de efecto invernadero (kilos de CO2 por kWh) y otra para la producción de residuos radiactivos (miligramos de residuos por kWh). Se entiende que la etiqueta de CO2 será de clase A si la electricidad se produce sin emitir gases de efecto invernadero a la atmósfera.

Esto se puede conseguir con una mezcla de producción basada en la energía nuclear, que no emite CO2 a la atmósfera. Pero entonces la etiqueta de residuos radiactivos retrocedería hasta el nivel rojo. De manera que sólo nos queda una alternativa para tener electricidad de clase A: las energías renovables. Es una interesante aportación al famoso “debate nuclear” tan reclamado.

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