viernes, 10 de febrero de 2012

25 años de sostenibilidad: ya veremos en que acaba todo esto


Este año se cumple un cuarto de siglo de la publicación del documento de Naciones Unidas “Nuestro futuro común”, en el que se acuñó el concepto de sostenibilidad, una canción que no ha dejado de sonar desde entonces, y actualmente única idea de fuerza oficialmente aceptada por todos los gobiernos del mundo.

La antigua definición “Satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades” ha generado un sinfín de versiones, algunas muy simpáticas, como ésta:

"... garantizar una mejor calidad de vida para todas las personas, en el presente y para las generaciones futuras".

Parece que se trata en definitiva de avanzar hacia una civilización que combina el bienestar de las personas y el bienestar de la naturaleza en sentido mundial, colocando la economía dentro de la ecología, y no al revés, como sucede ahora.

No obstante, últimamente las antiguas definiciones “buenistas” (no busquen esta palabra en el diccionario) han sido sustituidas por la nueva, claramente “malista”, acuñada por el Dow Jones Sustainability Index:

“Concepto de gestión que crea valor para el accionista a largo plazo aprovechando las oportunidades de negocio y gestionando los riesgos derivados de acontecimientos económicos, medioambientales y sociales.” Y punto.

Las empresas (las grandes) disponían ya desde hace algunos años de una definición de sostenibilidad a su medida: las corporaciones debían ser ambientalmente responsables, socialmente beneficiosas y económicamente viables. La globalización y este concepto llevaron a la llamada Responsabilidad Social Corporativa, con cuya definición nadie se pone de acuerdo, pues suele estar tan repleta de jerga empresarial que no la entendiera el mismo Aristóteles, si resucitara para sólo ello.

Recientemente gana fuerza el concepto de sostenibilidad corporativa, que viene a querer decir que las empresas deben abandonar la filantropía sin más y dedicarse a buscar oportunidades de negocio en las buenas causas. Puede ser una buena cosa, pero subsiste la gran pregunta: ¿qué debe hacer una empresa cuyo “core business” es manifiestamente insostenible?


Publicado originalmente en el boletín "Señales de Sostenibilidad" de 9 de febrero de 2012.

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