lunes, 28 de febrero de 2011

La amenaza de la sostenibilidad


Cuando está a punto de cumplir un cuarto de siglo de vida, que no es mucho para una palabra, la sostenibilidad está acercándose a una nueva fase de su consideración por parte de la sociedad. Durante mucho tiempo la sostenibilidad fue poca cosa más que un bonito concepto teórico acuñado en alguna de esas reuniones internacionales repletas de buenas palabras y mejores intenciones. Equivalía a “la paz mundial” o “la felicidad de la humanidad”. Los expertos del sector podían discutir el concepto, pero nadie se salía del inofensivo marco teórico, donde todo vale y todo funciona.

Hasta que las diferentes parcelas de la sociedad, una tras otra, cayeron sobe la palabra. A los gobiernos, las empresas y las ONGs la sostenibilidad les encanta. Es un concepto que se puede colgar donde se quiera, desde “transporte” a “creatividad”. Proporciona el brillo de algo bueno y correcto a toda actividad humana con la que se asocia, desde el comercio internacional a la producción de energía, desde la cultura a la política.

Lo malo es cuando la sostenibilidad empieza a notarse en nuestra vida cotidiana. Un mundo sostenible puede ser un mundo donde no se puede torturar a los animales como espectáculo, ni ahumar a los trabajadores de la hostelería, ni meter el coche donde nos da la gana, ni conducir a toda velocidad, ni gastar agua o electricidad a espuertas. También parece ser que sería un mundo sin centrales nucleares, ni de carbón, en realidad sin combustibles fósiles. Aquí ya estamos acercándonos a terrenos peligroso. Si sumamos que la sostenibilidad apunta irremisiblemente a restringir el uso abusivo del automóvil, ya empezamos a ver más claro.

O lo están viendo al menos los comentaristas de derechas, que ya están atacando abiertamente el concepto de sostenibilidad, siguiendo la pauta que se siguió con las energías renovables, que han pasado en una década de gran esperanza, todavía lejana, a enemigas de los pobres y encarecedoras del recibo de la luz. No tardaremos en ver manifestaciones por las calles: ¡Abajo la sostenibilidad! ¡Devolvednos los viejos buenos tiempos!

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