lunes, 2 de agosto de 2010
300.000 hectáreas
El toro de lidia es un animal afortunado que vive sus cuatro años de vida al aire libre, en el campo. Nada menos que 300.000 hectáreas, que es más o menos el tamaño de la provincia de Álava, se dedican a dehesas para la cría del toro bravo. Con más de 2.000 festejos taurinos al año en España, y una media de seis toros seis por festejo, unos 15.000 toros de lidia mueren al año.
La muerte del toro de lidia es una actividad muy artística. Esencialmente consta de tres fases. La primera consiste en desangrar al animal mediante una pica. La herida que se hace en la grupa debe tener el diámetro y la profundidad suficientes como para que el toro pierda sangre a un ritmo tal que le permita aguantar sobre sus patas los siguientes 20 minutos.
Como todo animal que pierde sangre a chorros, el toro pierde interés por el mundo exterior, por lo que hay que excitar su agresividad mediante tres o cuatro pares de rejones en forma de gancho, que se clavan en su piel y saltan a cada movimiento. El daño de las banderillas despierta al toro, que se mueve a trompicones por la plaza persiguiendo a los banderilleros.
Esto dura poco, y el tercer acto de la lidia consiste en mover lentamente al animal, que ya casi no se tiene en pie, con la ayuda de un engaño de tela de color rojo. Luego llega el momento de apagar el útimo soplo de vida que le queda, lo que se consigue clavándole un estoque. Si hay suerte, el animal estira la pata en ese momento. Si no la hay, hay que atacar su cerebelo para provocar la muerte, lo que se hace con varios instrumentos especializados.
El principal argumento de los pro-taurinos es que media hora de tortura final es poca cosa si se compara con cuatro años de buena vida. El gran pensador Fernando Savater comparó al toro de lidia con un millonario que “tras sesenta o setenta años a cuerpo de rey, pasa su último mes padeciendo en la UCI.”
Pues ahora tenemos la oportunidad de proporcionar al toro de lidia la vida de un millonario que, tras muchos años de buena vida, se muere de un síncope fulminante, sin dolor.
El argumento ecologista protaurino dice que las 300.000 hectáreas de naturaleza de alta calidad donde de los toros viven como millonarios se perderían si no existíeran las corridas de toros. Argumento falaz pues solo unos 15.000 animales se dedican a los festejos taurinos, es decir, el 5% del total del ganado bravo. En realidad la cría de toros de lidia se podría reconvertir fácilmente en la mayor ganadería ecológica del mundo. Ganaríamos en salud las hipotéticas pérdidas en arte, cultura, etc.
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