Por primera vez en la historia de la humanidad la mitad de la población mundial, o sea 3.400 millones de personas, viven hoy en una zona urbana. Desde 1945, demasiadas ciudades del mundo se han desarrollado de manera anárquica, improvisada, maltratada negando el pasado de la ciudad.
Es importante saber en qué ciudades y en qué barrios queremos vivir en los próximos años y saber cómo gestionar nuestro ambiente ‘artificial’. Para ello es vital el desarrollo de la ecología urbana.
La ciudad tiene que reconquistar su centro urbano, redescubrir modos de transporte alternativo como el tranvía, imaginar nuevas formas culturales o crear eco-barrios. Desde hace veinte años, algunas ciudades, como Conpenhague o Bilbao, han desarrollado una mutación sin precedentes.
Las ciudades han acrecentado sus poderes en varios campos de la vida en sociedad mientras que los Estados reducen los suyos. La ciudad está en primer lugar para gestionar la reducción de la exclusión, y la protección del medio ambiente con sus políticas de transporte, de residuos y de ordenación territorial. Las ciudades deben ser capaces de transformar el deseo ciudadano de un mejor medio ambiente en realizaciones concretas en función del contexto local, geográfico y cultural.
A veces, las ciudades no han conseguido gestionar sus afueras pobres, creando concentraciones de población frágil, excluída y en tensión con el resto de la ciudad.
En la carrera abierta por el desarrollo sostenible, la cuenta atrás ha empezado.
Ha comenzado una competición entre los continentes y los modelos de desarrollo.
Europa debe estar en el debate, con sus ciudades, sus culturas, sus reglas de gobernanza, de solidaridad y de responsabilidad.
Enfrente del desarrollo neoliberal existen, ciertamente, soluciones alternativas para que los ciudadanos no sufran la ciudad, sus guetos de ricos o de pobres, sus afueras grises o sus barrios desfavorecidos. Hay que imaginar políticas urbanas susceptibles de ahorrar nuestros recursos naturales, de limitar la contaminación de los ecosistemas y de promover el vínculo social.
Efectivamente, las ciudades serán las grandes protagonistas de este Siglo que comienza. Los ayuntamientos deben de liderar iniciativas que estimulen a la interacción entre los ciudadanos y su implicación directa en la gestión de proyectos colectivos que desarrollen la idea de sostenibilidad.
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