miércoles, 14 de mayo de 2008
Crisis económica sostenible
Que la preocupación por el medio ambiente tiene un importante factor económico es innegable. Solo hace falta pensar en las millonadas que los estados europeos se están gastando, por ejemplo, en mercado de emisiones de CO2, o en el auge de las energías renovables en la bolsa. Pero los “nubarrones” de crisis que hemos visto aparecer en este 2008 presagian un hecho también innegable: en épocas de vacas flacas, el medio ambiente pierde puestos. Los sociólogos de gafa y batín lo llaman la “curva de Kuznets”.
Lo cierto es que el medio ambiente tiene muchas facetas y dimensiones, y es imposible retroceder en algunos avances importantes. Pero si las nubes llegan y hay chaparrón, habrá que ver hasta dónde ha llegado la concienciación. Porque si la comida de hoy se pone complicada… pocos se van a preocupar del paisaje de mañana. Agua, energía, legislación ambiental… a muchos les iría mejor desabrochando el cinturón sostenible y tirando por la calle de en medio, y a más de uno se le ocurrirá decir que la preocupación ambiental es un derroche, y volveremos a apostar fuerte para que el PIB suba a costa de lo que sea. Lo verde pasará de moda hasta que vuelva a haber ganas de preocuparse por el pasado mañana, que el bolsillo de mañana está por escribir.
Pero ese tal Kuznets del siglo pasado no contaba con la tendencia apocalíptica del siglo XXI. Lo que era una necesidad secundaria, hoy es de primer orden. El Katrina, la sequía galopante, las inundaciones en Europa, los megaincendios, las vacas locas y las olas de calor asesinas han puesto la vida en jaque y el medio ambiente en boca de todos en lo que llevamos de siglo. Además, hay nuevas formas de medir la calidad de vida que van más allá del cómodo “dólar per cápita”. Así que mientras los precios suben , a ver cuánto aguanta la sostenibilidad en boga, veremos si solo ha sido una moda pasajera y políticamente correcta que recuperaremos cuando dentro de unos años volvamos a crecer y miremos lo mal que lo hemos hecho, arrepintiéndonos una vez más de no haber sido un poco más sostenibles justo cuando era más necesario.
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