lunes, 24 de octubre de 2011

¿De qué otra manera?


"¿De qué otra manera llevamos a nuestros hijos?" responde a una madre a un periodista que investiga los fenomenales atascos que se crean a la puerta de los colegios caros. Estos atascos duran de media hora a tres cuartos y hacen que los sufridos ciudadanos que usan el autobús lleguen tarde a su trabajo, a no ser que se levanten de la cama media hora antes. La verdad es que hay unas cuantas maneras más de llevar a los niños al colegio, conocidas desde tiempo inmemorial.

La mejor de ellas consiste en entregar al niño una cartera con libros y algo de bollería industrial y dejar que vaya caminando al colegio. La dispersión de los colegios públicos asegura que siempre habrá alguno a una distancia razonable del domicilo del escolar, y más en las ciudades grandes. Esta práctica saludable se ha perdido de tal manera que ya hay hasta un movimiento internacional de ir caminando al colegio, y a ser posible en grupos y por itinerarios señalizados, lo que aumenta la seguridad de los alumnos. Muchas ciudades españolas participan de él.

El problema comienza cuando el colegio está lejos, a veces muy lejos. En algunos casos eso es fuerza mayor, por ejemplo en zonas de montaña con pueblos muy pequeños y muy dispersos. pero lo normal es que esa circunstancia se de por decisión de los padres, que quieren la mejor educación posible para sus hijos, es decir, la más cara o la que les ha recomendado su cuñada. Libre es cada uno de gastar su dinero como quiera, pero eso no debería hacer la vida imposible a los demás. Por desgracia, la manía de llevar a los niños a educar a la otra punta del casco urbano contribuye significativamente al colapso del tráfico en las ciudades.

Hay una solución sencilla, y consiste en que cada colegio establezca las rutas de autobús necesarias para recoger a todo su alumnado. Ya existen muchas rutas de este tipo funcionando. La medida está además recogida (aplicada a las empresas) en la ley de movilidad sostenible, de próxima aparición (tal vez el siglo próximo). Es un buen ejemplo de cómo conjugar la libertad de llevar a los niños al colegio que les pete a los padres con la libertad de movilidad del resto de los ciudadanos. Recuerden de todas formas que la mejor opción es que vayan andando al colegio de su barrio. Estos establecimientos proporcionan una educación tan buena como los privados, con la ventaja de que pertenecen al mundo real.

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