lunes, 18 de julio de 2011

Un mundo más enjuto


Un mundo de vacas flacas (SCW, siglas de Skinny Cows World ) se avecina. ¿Significa eso la miseria generalizada, tal como tenemos bien merecido los PIIGS por nuestra pereza congénita? Al menos eso es lo que piensan los FUKG (Francia y Reino Unido más Alemania), hartos de pagar con su sudor la Fiesta (en español en el original) perpetua de los países del sur. Se está viendo ya la división nítida de nuestra sociedad en Ganadores y Perdedores, con el principio de San Mateo funcionando a toda máquina: si tienes mucho, tendrás mucho más, y si tienes poco aun eso perderás. Será una especie de mundo Soylent Green, novela y película de ciencia ficción que describe un mundo devastado y superpoblado donde los muertos se reciclan en galletas para alimentar a la plebe, mientras una reducida clase superior mantiene escandalosos privilegios como disponer de verduras frescas.
Como para lo malo siempre hay tiempo, es preferible ser optimistas. Sí, con lo que está cayendo. También es posible un mundo más enjuto en general, con menos grasa superflua, que resultaría ser más sano y más interesante que el actual. Ya se están viendo algunas señales de este mundo, muy débiles todavía, pero prometedoras. Caen las ventas de tabaco industrial y adictivo de mala calidad en cajetillas, y aumentan las del tabaco aromático de liar. Y crece la conciencia por parte de las empresas de que no pueden seguir engañándonos sistemáticamente vendiéndonos productos malos para nuestra salud y para nuestro planeta a precios sólo aparentemente bajos.
Se trataría de un mundo con una huella ecológica por persona significativamente reducida. En el caso español, pasar de las tres hectáreas actuales a solamente dos, por ejemplo. Eso quiere decir
consumir menos energía, menos agua, menos carne, menos recursos en general. Gastaríamos menos dinero en extensiones del ego, como coches de 250 CV de potencia, contentándonos con modelos de 25 CV, y además eléctricos (o con el transporte público, aunque esto ya es aterrador para muchos). Las piscinas privadas se harían raras. Crecería el consumo de legumbres con Denominación de Origen y descendería el de carne de mala calidad procedente de animales alimentados con desechos industriales.
Se trata de una desconexión programada. Nos desconectaremos paulatinamente del sistema mundial petrolífero, que no produce más que violencia y contaminación, para abastecernos mediante energías renovables. La autopista mundial de la alimentación seguirá funcionando, pero reducida a la comida que no se pueda conseguir en radios más próximos. Las viviendas se cubrirán de espesas capas de materiales aislantes y gastarán como mecheros. Una ley establecerá la reducción a la mitad de las hipotecas, alquileres y valores de tasación y catastrales de las viviendas. El dinero volverá a ser una expresión directa del trabajo humano, en lugar de flotar completamente desconectado a gran altura en enormes masas financieras que de vez en cuando caen y aplastan países enteros. Y para terminar, hay que decir que nuestra salud mejoraría y nuestras ciudades se harían más habitables. Qué lástima que lo que se avecina sea "hacer los deberes" (?) y sobre todo "hacer sacrificios", por ejemplo desmontando el sistema de seguridad social.

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