jueves, 4 de junio de 2009

En el día de nuestra fiesta mayor: energías de pasado y de futuro


Un año más, puntual como la procesión del Corpus en Toledo, llega la fiesta oficial del medio ambiente. Data esta celebración de 1972, cuando se celebró en Estocolmo la primera reunión mundial sobre el planeta y sus achaques. El mundo era muy distinto entonces. El petróleo y las nucleares eran las energías del futuro, y las renovables estaban bien vistas porque nadie las tomaba en serio.

Paradójicamente, en España más de la mitad de la electricidad ese año era de origen renovable. Procedía de millares de centrales hidráulicas repartidas por todo el país. No existían los aerogeneradores y las células fotovoltaicas apenas habían salido de los laboratorios.

Hoy, el petróleo y las nucleares son las energías del pasado, y las renovables empiezan a ser muy mal vistas (por los representantes de las dos energías antes citadas) porque empiezan a ser tomadas en serio. Nadie en su sano juicio habría pensado en 1972 que llegaría un día en que las energías renovables serían objeto de una dura campaña de desprestigio.

En 2009 esta campaña arrecia: con excepción de haber matado a Prim, se las acusa de todo lo demás: las energías renovables destruyen empleo, son carísimas, volubles, inseguras, inconstantes, volátiles, de extrema izquierda y sectarias. Que lástima.

Pero los hechos indican una dirección muy clara. A la altura del 5 de junio de 2009, día mundial del medio ambiente, el motor de petróleo y el reactor nuclear parecen viejos dinosaurios que se resisten a dejar su puesto a otras especies que no necesitan catalizadores, filtros antihumos, planes de emergencia para los pueblos cercanos o guardias armados.

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