lunes, 6 de octubre de 2008

Boicot a la fiesta de la bicicleta


Aproximadamente 250.000 ciclistas circularon el domingo 5 de octubre por las calles de Madrid. Durante tres horas, las bicicletas camparon por sus respetos. Es decir, la proporción es de 8.757 horas al año de ocupación irrestricta de la vía pública por el automóvil contra 3 para la bicicleta. Estas tres horas son de oro: viandantes y ciclistas disfrutan de la tranquilidad y el aire fresco que proporciona la ausencia del automóvil a las calles. “Ojalá todos los días fueran así” suspira una vecina.

Hace treinta años que se celebra esta fiesta. Año tras año convoca a más participantes, por lo que se la puede calificar de fracaso total. ¿Tres horas al año para disfrutar, por graciosa concesión municipal, de la ciudad secuestrada el resto del año por el automóvil? Eso es una limosna.

La única fiesta que se debería celebrar es la Fiesta del Motor de Explosión: que una vez al año, durante algunas horas, estas vetustas máquinas ocupen algunas calles para recordar los viejos tiempos del monóxido de carbono, los óxidos de nitrógeno, el benceno, los decibelios y los muertos por atropello.

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