viernes, 14 de marzo de 2008

Coreografía energética


Las energías renovables están dejando de ser inseguras, volátiles, aleatorias, endebles, poca cosa, panelillos y molinillos sin substancia, gracias a unos cuantos avances tecnológicos de los que se habla poco, pero que pueden suponer un rápido y real vuelco en la cesta energética de nuestro país.

La energía eólica está alcanzando una masa crítica que le permite tratar de tú a tú al parque nuclear, como ya ocurre en las semanas de borrasca. La búsqueda de nuevos emplazamientos costeros y de aerogeneradores mayores acelerará el proceso que la convertirá en una fuente de energía principal de aquí a pocos años.

El extraordinario parque hidroeléctrico español, además de seguir proporcionando energía como lo ha hecho durante más de un siglo, está revelando un nuevo potencial gracias a las centrales reversibles, un invento de la década de 1970. Se trata de embalses recargables (las bombas elevan el agua al embalse de nuevo, en las horas de sobrante eléctrico). La central hidráulica deja así de ser aleatoria; con el embalse lleno, basta pulsar un botón para generar electricidad a voluntad.

Algo parecido ocurre con las grandes centrales termosolares. En ellas, la fuerza del sol es condensada y almacenada en un fluido a alta temperatura, que puede mover una turbina para producir electricidad en el momento o –y esta es la buena noticia- ser almacenado para producirla en cualquier momento que se desee, incluso de noche. Ya hay dos o tres grandes centrales de este tipo a punto de ser inauguradas en nuestro país.

Y todo esto sin olvidar la versátil energía fotovoltaica, muy pequeña todavía, pero que tendrá un crecimiento espectacular en los próximos años. Ni la biomasa, que es prometedora a escala limitada, siempre que la materia prima proceda de residuos forestales, y no cultivos.

El resultado final de todos estos desarrollos renovables será una manera de abastecernos de energía eléctrica muy distinta de la actual, muy aburrida y que consiste en apretar sucesivamente los botones de encendido de enormes centrales nucleares y térmicas de carbón y gas. El nuevo modelo es una verdadera coreografía energética: según llueva, haga viento o luzca el sol, el sistema cargará el peso sobre una u otra fuente de energía, conservando siempre un amplio margen de seguridad, y con un impacto ambiental muy reducido.

Es un bonito panorama que puede llegar más pronto de lo que pensamos… siempre que el petróleo no haga una de sus habituales rebajas comerciales para mantener a su clientela cautiva otra década más.

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