No lo llamen sostenibilidad

Según informa el diario El Mundo, dos jarros de agua fría han caído sobre la vivienda española: una moratoria para la entrada en vigor de las nuevas exigencias de aislamiento acústico en las viviendas, y una demora en la aplicación del Código Técnico de la Edificación (CTE) a los inmuebles existentes. La parte del CTE que ya está en vigor tiene una aplicación más en renqueante, pues no se puede decir que los promotores y constructores estén entusiasmados con él, a pesar de que no es ninguna improvisación: largos años pasaron hasta que se consiguió un consenso general.

Este escaso entusiasmo parece que va a convertirse en franca animosidad. Al parecer, una evaluación de los profesionales del sector evalúa en un 13% “el sobrecoste de la inclusión en un edificio de todos los mecanismos que exige la sostenibilidad”, por lo que, en vista de la crisis económica “no es el mejor momento para llevarlo a cabo”.

Aquí parece que hay un malentendido. “Sostenibilidad” no significa apliques caros en la carpintería o grifería sobredorada en los cuartos de baño: significa simplemente “buena calidad” o “sentido común”. El mensaje del sector es “dejémonos de tonterías, que no está el horno para bollos. Construiremos de manera sostenible cuando vuelvan los buenos tiempos.” Es decir, ¿seguirán construyendo edificios que derrochan inútilmente enormes cantidades de energía y agua, mal aislados del ruido, del frío y del calor, por los siglos de los siglos?. Por el bien de todos, confiemos en que no sea así.