viernes, 27 de marzo de 2009

35 caballos contra 580: no hay color


El Tata Nano, ya a la venta en India, mide tres metros de largo, tiene una potencia de 35 caballos y puede transportar a cuatro personas. Si se le cambiara el motor de gasolina por uno eléctrico (la potencia eléctrica necesaria sería sólo de 26 kW) sería el coche perfecto.

La mayoría de los coches a la venta en nuestro país ocupan aproximadamente el doble de espacio y tienen potencias –y consumos de combustible– entre catorce y cuatro veces superiores.

El Nano parece insuperable por su relación prestaciones-precio. Sólo tiene un problema: es simplemente un vehículo de transporte. Ahora veamos lo que da de sí un coche de verdad: “Te has subido en el Audi SR6, has arrancado sus 580 caballos de potencia y sólo el rugido que penetra por los cristales ya te transporta a otro mundo. El trayecto hasta el supermercado hasta te motiva”. Sin comentarios.

Cualquier ecologista maniqueo pediría simplemente la prohibición de estos cochazos. No es necesario llegar tan lejos. Todo el mundo está de acuerdo en que las vias públicas deberían estar reservadas a coches de transporte como el Nano, a ser posible eléctricos. Pero también debería haber junto a cada ciudad un circuito para coches de placer, compuesto por decorados de casas y supermercados, donde los aficionados puedan experimentar el rugido del motor mientras conducen hacia el centro comercial.

Créanme, ganaríamos todos: los sufridos habitantes y respiradores de la ciudad (hace unos días la OMS cifró en dos años menos de vida la media de reducción de la longevidad que sufren los habitantes de las ciudades, gracias a los humos del tráfico) y los aficionados al automóvil.

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