martes, 3 de junio de 2008

Una oportunidad de oro


Una vez más, nos ha salvado la campana. Cuando ya estaban planeadas o en construcción toda clase de costosas obras hidráulicas de urgencia, como el famoso seudotrasvase a Barcelona, se ha puesto a llover. Esta vez va en serio. Hace semanas que no para de caer agua. Algunos embalses están llenos a rebosar. Madrid ya no es la urbe polvorienta que solía ser, sino una especie de París ibérico.

La última vez que la lluvia llegó in extremis para salvar la situación fue en 1995, después de tres años de sequía. Durante la sequía, los ciudadanos fuimos bombardeados con dramáticas imágenes de fondos de embalses resecos y se nos pidió que ahorráramos agua, cosa que hicimos. Pero toda esta cultura de eficiencia en el consumo de agua se perdió en cuanto comenzaron a caer las lluvias salvadoras.

Ahora, con el país prácticamente anegado, tenemos una oportunidad de oro para convertir el ahorro de agua en un deporte nacional, en algo que se hace sin pensar, en una cultura de eficiencia propia de la tierra árida que habitamos. Será necesario un gran esfuerzo, muchos cambios en sistemas de precios, leyes, tecnología y costumbres. Pero se puede hacer.

Hay una enorme cantidad de experiencia acumulada que se puede aprovechar. Incluso tenemos una Exposición internacional en Zaragoza, dedicada precisamente al agua y el desarrollo sostenible, que abre sus puertas este verano. Es el momento. Recuerden que los próximos dos, tres, cuatro o cinco años de sequía están a la vuelta de la esquina.

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