viernes, 28 de marzo de 2008

Por qué gustan tanto los trasvases


• Con los trasvases, los ríos dejan de hacer lo que les da la gana. Se evitarían tristes espectáculos como el del Ebro, que arroja impunenente al mar millones de metros cúbicos de agua sin que nadie haga nada por evitarlo.

• Las tuberías de cierta longitud vertebran, y cuanto más largas, más y mejor cosen el tejido de la patria. En este sentido, el trasvase tajo Segura, con poco más de 200 kilómetros y solo dos CCAA afectadas, vertebra menos que el proyectado trasvase del Ebro, con más de 800 km de longitud y cuatro (cinoo contando con Aragón) comunidades que quedarían unidas por un vínculo indestructible.

• La lógica es concluyente: “el Ebro es un río español y los murcianos son españoles”. (declaraciones de Ramón Luis Valcárcel, presidente de la Región de Murcia, 2 de abril de 2007) Luego el río Ebro es de los murcianos.

• Las oportunidades retóricas que brinda la inauguración de un trasvase son ilimitadas, mucho mayores que las que proporciona una autopista. Por ejemplo, la redención de la tierra sedienta, la solidaridad territorial, la creación de un sólido vector de riqueza, etc.

• Los trasvases (es decir, el agua que llevan de un lado a otro) se controlan desde Madrid.

• Los trasvases son solidarios. Los almerienses tienen derecho a tanta agua como los gallegos: una nación como Dios manda debe proporcionársela. Todavía no hemos entrado en las reclamaciones asturianas sobre su derecho a disponer de tanto sol como en Huelva, pero todo llegará.

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